Esta sección se renueva con una nueva máxima que seguramente traerá discusión. Es el análisis de uno de los axiomas futbolísticos contemporáneos más repetidos: que dos cabezazos en el área (casi) siempre son gol.
Empezó a hacerse conocida e integrarse a la larga lista de reglas no escritas en 1986. Han pasado casi 23 años desde aquella final del mundial mexicano, en el que un par de alemanes fueron, por decirlo así, forjadores de esta máxima futbolística.
Pese a que Alemania Federal sucumbió 3-2 ante la Argentina de Maradona, el empate transitorio (2-2) que le puso emoción a aquel encuentro mostró una perfecta combinación por los aires entre Dieter Höness y Rudi Völler, para que el segundo marcara de cabeza adelantándose a Nery Pumpido (ver video 1, minuto 1:15). A los teutones no les sirvió para alcanzar la máxima presea pues, como se sabe, Burruchaga entró en la historia del balompié gaucho tres minutos después. Pero sí les bastó para entrar en la historia.
Concepto adquirido
Esta jugada, que incluye sorpresa y precisión, es difícil de planear, pues la improvisación y una rápida reacción son fundamentales para desconcentrar a la defensa rival. Cuando uno cree que el primero va a cabecear directamente, habilita a un segundo que se encuentra mejor posicionado. Desde aquella final, han sido incontables las repeticiones de tal jugada ya con el axioma de rigor añadido.
Un buen ‘pivoteo’ y un buen acompañante
Se necesitan dos jugadores de alta estatura para poder hacer efectiva la jugada. Muchos equipos se equivocan al buscar un pelotazo para que el más alto realice el ‘pivoteo’, pero sin acompañantes que lo ayuden. Un jugador peruano que ha sido duramente criticado por ello es Flavio Maestri. Tan solo cuando compartió ofensiva con Roberto Silva, en Alianza Lima de 2006 y 2007, pudo conectarse mejor y darle rentabilidad a sus cabezazos. En el Cristal de los noventa, en cambio, su función era otra: habilitar con la cabeza, generalmente después de un servicio muy largo del arquero Balerio, a Julinho o al ‘Chorri’ Palacios para que estos, a la carrera, liquidaran a los rivales.
En Argentina también puede encontrarse a otro gran ‘pivoteador’: Martín Palermo, que continuamente le baja balones a Rodrigo Palacio y otros compañeros de la ofensiva xeneize. Sus 188 centimetros le permiten ganar ante las defensas rivales, cumpliendo el primer requisito para desarrollar esta regla no escrita. Si pivoteas hacia abajo, también puedes hacerlo hacia arriba. En suma, un buen ‘pivoteador’ es indispensable para que dos cabezazos en el área se conviertan en gol.
De cuando en cuando
En el fútbol peruano estos goles se dan esporádicamente. En clásicos, por ejemplo, el último lo hizo el paraguayo Darío Caballero, tras servicio de José Balarezo, en el triunfo de la ‘U’ por 1-2 en Matute del Apertura 2007 (ver video 2). En el mismo partido, minutos antes, un doble cabezazo en el área íntima había sido enviado afuera por Luis Mayme. Si bien este tipo de reglas no se cumple en gran porcentaje, sirven para jugar con el folclor del fútbol y persuadir sobre diversos peligros al rival. Para lograrlo, el trabajo táctico de la semana es imprescindible.
En Reglas no Escritas hemos desmentido ciertas frases que buscan pasar por frecuente lo que solo es ocasional. Se dice que solo un 15 por ciento de estas combinaciones termina en la malla rival. Si bien es complicado realizar una estadística con esta regla, dos cabezazos en el área nunca van a dejar de desacomodar a un zaguero rival.